Zambullirse en estos dibujos puede dar un poco de pudor, pues es lo más parecido a leer a hurtadillas el diario de un dibujante. Entre la acumulación de bocetos y la recopilación de esbozos de chistes, se palpa la frescura de dibujar en modo automático donde está toda la magia del dibujo. Pero es que se percibe mucho más.
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| Y con esto queda estrenado el escáner! jaja! |
En esos chistes tan crípticos (en eso ayuda esa letra de médico borracho recetando a lo loco, que le da un plus de divertimento a la libreta en los intentos de descifrarla), muchos por pulir hasta redondear la idea, queda mucho del estado emocional del dibujante. Ahí es donde se ve cómo se hace eso de convertir el humor en trabajo. Porque antes que el chiste, hay un tío sentado delante del papel donde tiene sus días como todo cristo. Y es en esta fase de bocetos, donde se percibe el tono y el ánimo con el que Manel Fontdevila se enfrenta al papel.
Así, hay dibujos que desprenden puro cachondeo; unos registran la desidia de un día tontuno; en otros se recrea en la tipografía, y los mejores, cuando se percibe que está profesional y desgrana en clave de humor, con cuatro apuntes, el tema del día.
Y mujeres, muchas mujeres. Las que pasan por la calle, las grabadas a fuego entre la tele y la publicidad, y esas que se deslizan entre fantasías. Porque para eso están los cuadernos de bocetos, para soltar la mano dibujando cuando se está inspirado, aburrido, cabreado o presionado, y lo a gusto que se queda uno.
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| Con su dedicatoria y todo, qué bonico. |
Por todo eso REUNIÓN es una delicia, que estos días anda dando vueltas por mi casa saboreándose de tanto en tanto como los libros de poesía. Y qué coño, cuando hasta mi padre se ha puesto a leerlo, que no se acerca a un cómic ni con agua caliente, algo tendrá, aunque sea por satisfacer ese momento voyeur de ver la trastienda de un dibujante profesional.
